28 diciembre 2008

La FábuLa dE La OlA y El GuitarRisTa


Cada tarde el guitarrista iba a la playa a tocar su guitarra, siempre apoyado en la misma roca, alejado del agua, tocaba mirando al sol para dormirle.

Cuando comenzaba la música, el mar se movía, siempre a su ritmo. Las olas se alborotaban nerviosas y felices porque el guitarrista había llegado.

Cuando el sol se ponía, las olas se dormían, ya cansadas de tanto bailar. Pero había una que nunca dejaba de moverse, ella no bailaba, ella intentaba llegar a sus brazos. Era imposible, estaba muy lejos. Entonces lloraba, hasta quedarse dormida.

Así pasaba día tras día, durante todas las horas de todas las tardes. Pero llegó el momento en que, cuando las olas del mar al ponerse el sol dejaron de bailar y se durmieron, se creó una paz inmensa decorada con el mayor de los silencios. Ella ya no intentaba llegar a los brazos del hombre al que amaba.

Esa tarde el guitarrista regresó a casa llorando sin saber por qué. Durante un tiempo todas las tardes lloraba, se sentía solo, abandonado, hasta que se dio cuenta de que todas esas canciones que surgían al caer el sol eran para ella, pero ella, ya no estaba.

Una tarde de domingo, con la luz de la primavera, cuando cayó el sol y las olas se durmieron, el guitarrista comenzó a tocar una canción que hablaba sobre un amor lejano, sobre el arrepentimiento, sobre las ganas de amar, y sobre lo imposible.


Una ola de mar se enamora de un hombre. Él la rechaza llamándola loca por creer posible un amor así. Ella llora y llora desconsolada, hasta que un día deja de llorar y quiere dormir para siempre.
El mar dejó de moverse y el viento dejó de soplar, derrotados todos ellos por su muerte. El hombre se sentía triste al darse cuenta de que lo más dulce era jugar con ella.
Se metió en el mar y prometió hundirse en el agua y dar su vida a cambio de que ella despertara. Todos le dijeron que eso era imposible, pero él no creía que estuviera muerta, él sabía que sólo estaba dormida.
Así, se sumergió en el agua, cerró los ojos y se dejó llevar. De repente el mar empezó a moverse, embravecido, las nubes cubrieron el cielo y el viento sopló como nunca lo había hecho. Estaban todos asustados por ver el cuerpo del hombre elevado hacia el cielo encima de una ola, muerto. Había dado su vida por la mujer a la que amaba.

Las olas del mar comenzaron a llorar, el mar creció y creció cubriendo la playa y con ella al guitarrista. Él desapareció, pero su guitarra se quedó en la arena.

Cuentan que ella se lo llevó y él dio su vida por ella.

Todas las tardes dicen que el guitarrista toca, escondido sobre el viento, canciones para ella.

Para escuchar su música sólo hay que cerrar los ojos, y sentir como bailan las olas del mar, hasta que el sol se duerme.
Julia Lombao

1 comentario:

Anónimo dijo...

www.gallardofing-descargasdirectas.blogspot.com